Los
beneficios brindados a los bebés por la lactancia materna no terminan de
descubrirse, el estudio* recientemente publicado por un grupo de investigadores
del Reino Unido avalan esta apreciación.
Los
investigadores utilizaron datos
de un gran estudio
prospectivo, de cohorte representativa a nivel nacional del Reino Unido:
Estudio de cohorte Del Milenio. Seleccionando 10,037 pares de madre-hijo, de
raza blanca (9525 niños a término y 512 niños prematuros).
Indagaron como fueron alimentados a los 9 meses de vida y valoraron la
presencia de problemas de comportamiento caracterizados como síntomas
emocionales (por ejemplo, aferramiento,
ansiedad),
hiperactividad (por
ejemplo, agitación)
o
problemas de conducta (por ejemplo, mentir,
robar)
a los 5 años de vida. Encontraron menos problemas de conducta
(estadísticamente significativo) en el grupo de niños de cinco años de edad,
nacidos a término que recibieron lactancia materna por 4 meses o más, frente al
grupo de niños que fueron alimentados con fórmulas infantiles.
Estas
diferencias encontradas podrían ser explicadas por la presencia de una gran
cantidad de ácidos grasos poli-insaturados de cadena larga, hormonas, factores
de crecimiento y otros elementos ausentes en las fórmulas infantiles que tienen
un rol importante en el neurodesarrollo y la función cerebral. Aún no se conoce
cual sea el impacto de suplementar las fórmulas infantiles con ácidos grasos
esenciales. Otra explicación es que el amamantamiento permite una mayor
interacción entre la madre y el niño, un mejor aprendizaje de conductas aceptables y menores problemas de
conducta. Una tercera explicación es que la alimentación con
fórmulas se asocia con mayor frecuencia
a infecciones y hospitalizaciones durante la infancia, que condiciona problemas
de conducta en los niños relacionado con el tiempo de separación de los padres.
En los
últimos años también se ha llegado a conocer, que en la leche materna se
encuentran bacterias procedentes del intestino materno (flora intestinal de la
madre). Estas bacterias comensales son captadas por unas células especializadas
(células dendríticas) a nivel del intestino de la madre, las células circulan
por el sistema linfático y luego la sangre alcanzando finalmente la secreción
láctea. El bebé al ser amamantado, ingiere bacterias que dirigirán el
establecimiento de una flora intestinal estable en su propio intestino. Cuando
los bebés son alimentados con fórmulas infantiles tendrán una flora intestinal
diferente y más inestable condicionando problemas tempranos (Ej. Enterocolitis
necrotizante en neonatos prematuros) y a largo plazo (Ej. Atopia/alergias,
diabetes tipo 1, Enfermedad Inflamatoria Intestinal, Enfermedad celiaca,
Obesidad).**
La
recomendación mundial de salud pública apoyada en los hechos comentados y en
otro sinnúmero de estudios recomienda que los niños reciban lactancia materna exclusiva durante los
primeros 6 meses; inicien la alimentación complementaria con alimentos
preparados en caso, seguros, adecuados y continúen con la lactancia materna
hasta los dos años o más.
* Breast feeding and child behaviour in the Millennium Cohort Study
Heikkilä K, Sacker A, Kelly Y, et
al.
Arch Dis Child (2011). doi:10.1136/2 of 8 adc.2010.201970.
**..Intestinal Microbiota: Does It Play a Role in
Diseases of the Neonate?
Renu Sharma, MD, et.
al.
NeoReviews 2009;10;e166-e179
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